28 de enero de 2013

"Torturada"

Este es un ejercicio de pintura rápida realizado el viernes 25/1/13.
La profesora (Beatriz) nos dejaba ver una pintura de una joven plácidamente dormida entre uvas y pajaritos. Nos dejaba prácticamente dos horas para hacerlo, pero a mí me salió esta mujer torturada, en menos de una hora.
¿Qué me estará pasando por mi lado derecho del cerebro? Me salió esta mujer que me recuerda a los cuadros de Mondigliani y a la época en la que los artistas se reunían en París y pintaban bajo los efectos de la Absenta. Una mujer "torturada" por sus propios sueños, por sus sentimientos. Con una duermevela entre el alcohol y el delirio. Que la disfruten.
PD: La estoy reformando en casa, ahora me estoy yendo a la epoca rosa de Picasso (jeje) a pesar de los esfuerzos de mi marido y mi profe de dejarla así.

Título: "Torturada"

Autora: ABO
Técnica: Acrílico sobre lienzo (12p)

20 de enero de 2013

Precioso regalo de una amiga

Esta es una muñeca que ha hecho una amiga mía en goma eva inspirada en mí.







17 de enero de 2013

Así es como me siento

Qué pena no saber hallar las palabras adecuadas para expresar tanto con tan poco, pero la periodista Ángeles Caso lo ha hecho por mí. Vale la pena dedicarle ni que sean tres minutos. De lo mejor y más auténtico que he leído en mucho tiempo.

Escrito por la periodista Angeles Caso y publicado en el suplemento dominical de varios periódicos.

Será porque tres de mis más queridos amigos se han enfrentado inesperadamente estas Navidades a enfermedades gravísimas. O porque, por suerte para mí, mi compañero es un hombre que no posee nada material pero tiene el corazón y la cabeza más sanos que he conocido y cada día aprendo de él algo valioso. O tal vez porque, a estas alturas de mi existencia, he vivido ya las suficientes horas buenas y horas malas como para empezar a colocar las cosas en su sitio.. Será, quizá, porque algún bendito ángel de la sabiduría ha pasado por aquí cerca y ha dejado llegar una bocanada de su aliento hasta mí. El caso es que tengo la sensación -al menos la sensación- de que empiezo a entender un poco de qué va esto llamado vida.
Casi nada de lo que creemos que es importante me lo parece. Ni el éxito, ni el poder, ni el dinero, más allá de lo imprescindible para vivir con dignidad. Paso de las coronas de laureles y de los halagos sucios. Igual que paso del fango de la envidia, de la maledicencia y el juicio ajeno. Aparto a los quejumbrosos y malhumorados, a los egoístas y ambiciosos que aspiran a reposar en tumbas llenas de honores y cuentas bancarias, sobre las que nadie derramará una sola lágrima en la que quepa una partícula minúscula de pena verdadera. Detesto los coches de lujo que ensucian el mundo, los abrigos de pieles arrancadas de un cuerpo tibio y palpitante, las joyas fabricadas sobre las penalidades de hombres esclavos que padecen en las minas de esmeraldas y de oro a cambio de un pedazo de pan.
Rechazo el cinismo de una sociedad que sólo piensa en su propio bienestar y se desentiende del malestar de los otros, a base del cual construye su derroche. Y a los malditos indiferentes que nunca se meten en líos. Señalo con el dedo a los hipócritas que depositan una moneda en las huchas de las misiones pero no comparten la mesa con un inmigrante. A los que te aplauden cuando eres reina y te abandonan cuando te salen pústulas. A los que creen que sólo es importante tener y exhibir en lugar de sentir, pensar y ser.
Y ahora, ahora, en este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos. Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila.
También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en una mujer amargada, pase lo que pase.
Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí.
Sólo quiero eso.
Casi nada.
O todo.

Un lugar para soñar

Recomiendo esta página de ilustraciones en facebook. Ojalá algún día sea capaz de dibujar así.
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